Los mangos de mi casa
son verdes y tetelques.
Yo los quiero en mi boca
aunque me dejen llena de leche.
Maduros no los quiero
pues saben a gente vieja;
esas que solo quieren
pudrirse en miel de abeja.
No hay como los mangos verdes
frescos en tiempos secos y llanos
cuando con salita, limón y chile
degusta mi lengua de semilla de mango.