La sangre de mi abuelo
está topada de tanta succión.
Las venas están magulladas
por tanta inserción de jeringas.
¡Su dentadura! Ya no tiene ni la postiza,
su metástasis avanzó;
come con miedo el puré de papa
que mi abuelale dio.
Ya no puede cabalgar en su caballo,
no se monta su motocicleta como de costumbre,
¡Ha cambiado tanto su mundo!
Pero él cada día se torna fuerte
fiel a sus principios:
«Enfermo no estoy,
solo es un momento efímero
para descansar en mis deseos más profundos.»
Sí, también escribe versos.
De él saqué este talento diría yo.
También fue telegrafista,
fotógrafo, músico y ganadero;
a cada una de esas virtudes se supo entregar.
No hay persona que no lo conozca en el pueblo.
Mi abuelo es un protagonista real.
Y no es enfermedad, es condición mental.